Buenas a todos,
En esta entrada os voy a contar mi viaje con Laura a Sudáfrica, uno de los lugares más impresionantes en los que he estado.
Como sabéis que no soy muy ducho en el arte de la escritura, sino en el arte audiovisual, os voy a dejar un escrito de Laura con el que pretendemos ganar un concurso de viajes. Entre medio insertaré los vídeos que hice del viaje. El escrito define a la perfección el viaje y lo que sentimos durante el mismo, espero que os guste. Se titula:
El viaje de mi vida (leerlo antes de ver el vídeo)
Resulta curioso que apenas dos
días después de volver del mejor viaje de mi vida me encuentre con este
concurso. ¿Señal del destino? Son de esas cosas que tienen rara explicación,
pero que no resulta necesaria.
Lo que tampoco necesita
explicación es por qué éste ha sido el mejor viaje de mi vida. Y no en
particular por el destino (que también ayuda), sino porque la calidad de un
viaje la define la compañía. Y cuando la compañía es insuperable, qué decir del
viaje.
Destino: Sudáfrica. Un paraíso
natural como pocos de los que hasta ahora, y digo hasta ahora porque mi
intención es conocer el máximo de sitios y de culturas, he conocido.
Y ahora explico la compañía. 5
meses sin vernos, 15.800 kilómetros de distancia (Montevideo a Kuala Lumpur) y
unas ganas infinitas de estar juntos. Y ahora, ¿sería cualquier lugar o no
increíble en estas condiciones?
Mi chico y yo nos disponíamos a
reencontrarnos en este pedacito de tierra africana, que tenía miles de
aventuras y secretos guardados para nosotros. Sin embargo, como en todo cuento
con final feliz, siempre hay algún infortunio que hace la trama más
interesante, también en éste cuento lo hubo. Nada más y nada menos que en la
introducción pues apenas llegué al aeropuerto de Buenos Aires me informa la
compañía aérea de que no puedo volar. Parece ser que el certificado de la
vacuna de la fiebre amarilla resulta necesario cuando uno vuela desde
Argentina. Y enterarte de esto 2 horas antes del vuelo no ayuda en absoluto.
Tras dos horas de infarto, de
suplicar, de llorar, de explicarle a todo el mundo que mi viaje no era un viaje
cualquiera,( es que era el mejor viaje de mi vida!!) conseguí una solución. La
compañía solo me autorizaba a viajar a Sudáfrica si compraba otro billete desde
Sudáfrica a Uganda (país en el cual no me exigían el citado documento). Una vez
allí intentaría entrar a Johannesburgo a ver si con un poco de suerte no me
pedían dicho documento a la entrada del país. Pues de esta manera comencé mi
viaje de 9 horas sin saber qué me deparaba el destino. Si podría encontrarme
con mi chico en el país del gran tiburón blanco o bien tendríamos que cambiar
los planes por unas vacaciones en Uganda con los gorilas, en Enttebe en
concreto. Como ya he dicho previamente, cuando la compañía es la mejor, el
destino apenas importa.
Hay algunos minutos en la vida
que no duran 60 segundos, hay algunos minutos que mínimo duran 90…y creo que
los míos fueron de 120 pues fue la espera más tortuosa y larga de mi vida.
Rezándole a todo para que el aduanero fuera amable, que tuviera compasión y
sobre todo, que no me pidiera el certificado. Pues bien, mi plegaria fue
escuchada y sin más dificultades crucé aquella línea. Me sentí de alguna manera
como debe sentirse (imagino yo) Usain Bolt tras cruzar la línea de meta y
batir todos los records mundiales de velocidad (aunque lo mío parecía más de
obstáculos pero me sirve la comparación).
Y qué decir que tras este
infortunio, con final feliz, uno ya sabe que lo demás viene rodado. Que ya ha
pasado lo peor, que ahora todo lo bueno está por llegar.
El reencuentro tan esperado, en
un país tan impresionante como Sudáfrica hace que lo recuerde como si fuera un
sueño. Un sueño de 10 días del que despiertas con unas ganas infinitas de
volver. Que cierras los ojos a ver si dura un poquito más.
Una maravilla de país. Unos
paisajes que apenas cualquier buen escritor podría describir sin que se le
escapase un poquito de subjetividad por la escena que contempla. Imágenes que
deseas grabar en tu memoria para siempre. Eso es Sudáfrica.
Si bien pasamos poquitos días en
Johannesburgo, visitando a unos amigos que viven allí y que nos enseñaron la
cultura y la forma de vida en dicha ciudad, fue suficiente para dirigirnos a
una reserva natural, Pilanesberg, hogar de elefantes, rinos, zebras, hipos y
leones. Es majestuoso ver cómo estos animales salvajes pasan sus días en la
sabana. Podría resumir esta experiencia como algo soñado, de contacto con la
naturaleza (con algún elefante algo enfadado también) y de asombrosa
contemplación.
Después nos dirigimos al sur del
país, a la maravillosa Ciudad del Cabo y a sus alrededores. Ya volando sobre la propia Ciudad
del Cabo se aprecia la majestuosidad de sus paisajes. Imponentes montañas
(sobre las que destaca Table Mountain) apenas unos metros de la costa, con unas
aguas de un azul intenso que bañan unas playas extensas de arena. Se trata de
una ciudad cosmopolita, mezcla de culturas y con larga historia que no deja
indiferente a nadie pues no podemos olvidar que un régimen tan injusto e
inhumano como el del apartheid apenas ha sido abolido unos años atrás, algo
que, sin duda, no olvidan muchos de sus habitantes.
La península del Cabo con sus
viñedos, su parque nacional del Cabo de Buena Esperanza, sus infinitas playas
nos sorprendieron gratamente. Y qué decir de dos aldeas pequeñitas al sur,
Hermanus y Gansbaai donde pudimos experimentar el buceo con el gran tiburón
blanco. Una de las experiencias más increíbles de nuestra vida. Si bien mi
origen castellano-leonense me sugería algo de recelo a la experiencia (como
diría vulgarmente “yo soy de secano”) he de agradecerle a mi chico que
convenciera para meterme en aquella jaula. Impresiona verlo en video, pero la
experiencia de estar allí abajo con el gran depredador es indescriptible.
Pues bien, ahora juzguen Ustedes
si este viaje no merece la etiqueta del “mejor viaje de mi vida”. Sin embargo, estoy segura de que
me esperan muchos “mejores viajes de mi vida”. Y podría asegurar, que uno de
ellos tiene como destino Uganda. Enttebe en concreto.
Fin
Espero que os haya gustado, a mi me encantó, y me veo ganando un viaje.
Lo de la jaula con el tiburón en Gansbaai tiene que intentar hacerlo todo el mundo, es impresionante. Y más teniendo en cuanta que es mi animal favorito desde pequeño. En el vídeo no se ve porque lo corte, pero Laura me soltó una bronca impresionante por sacar el brazo para grabar los tiburones (no lo hacía por valiente, si no por la emoción y para que quedara bien aquí). Os dejo el vídeo ampliado de la parte del tiburón.
Además, pudimos ver millones de animales diferentes. Durante el safari en Pilanesberg vimos todo tipo de animal terrestre y, en Hermanus, vimos pingüinos y ballenas. Menos mal que tuvimos surte, ya que en el primer vislumbra-miento de ballenas le dije a Laura: Eso que van a ser ballenas, pero si están al lado, eso son rocas. En un minuto se sumergieron, jejeje. Menos mal que aparecieron más.
Bueno en definitiva, que ha sido el viaje de mi vida y que me toca dar las gracias a todos los que lo han hecho posible (entre ellos Gorka Goikoetxea) y de manera especial a Laura, por acompañarme, permitirme todos mis caprichos y porque sin ella no hubiera sido El viaje de mi vida.
PD (Próximo destino): Pues no se a donde será pero será para bucear y surfear un poco. Pero lo que es seguro es que en Noviembre me voy con Xabi y con Nagore a Pekín para que Idafe nos lleve de aventura por el gigante asiático.
Nos vemos en la siguiente entrada.
Besos para todos, en especial para mis primitos que se que me ven.